Bien, mi historia es sencilla.

No tiene infancias trágicas ni parejas tortuosas. Simplemente siento que llevo sufriendo desde que tengo uso de razón.

De pequeña traté de ahogarme en varias ocasiones. Me apretaba el cuello con mis propias manos o me metía debajo de las sábanas hasta quedarme sin aire. No lo hacía con demasiado empeño, todo hay que decirlo, pero ahí estaba. Me disgustaba exajeradamente por razones que ya apenas recuerdo. Era tímida, y no quería serlo. Tenía amigos, los mismos que cualquiera, pero eso a mí no me valía.

En la adolescencia empecé a aclararme las ideas y averiguar cómo funcionaban los "mecanismos internos" latentes durante la niñez. Los de las personas y los del mundo en que vivimos. Los míos. A los 17 supe que no quería seguir cumpliendo años. Que esa era la edad a la que debía parar. Que a partir de ahí la crudeza del mundo acabaría por matarme, o hacer que me matara.

A día de hoy, en vísperas de mi 21 cumpleaños, sé que la vida es una mierda. Por mucho que traten de venderme lo de "los pequeños momentos" nunca conseguirán que así justifique la existencia. La vida es sufrir y luchar. La vida requiere esfuerzo y dedicación cada día, trabajo. La vida supone aceptar una sociedad podrida en todos los aspectos (política, cultura, moral...) y un sistema podrido que tiende a peor. Vivir es tirar por unas cadenas pesadas.

Paren el mundo que yo me bajo aquí, y las cadenas, que las cargue otro.