Drowned http://drownd.net
 
47 Quisiera olvidar que...
Muñeca de Felpa, sin ilusiones 04/10/11, 09:07


Recurro a esta página con la finalidad de escupir lo que me carcome el alma por dentro, y no me permite prestar atención a las cosas que verdaderamente valen la pena, en este caso, mis estudios. Podría decirse que mi tormento lo vengo cargando años atrás, cuando apenas y descubría que era ser adolescente. Desde los trece años ansío morir, estirar la pata, despegar mi alma de los suelos y elevarme lejos, dónde ni siquiera Dios me pudiera tocar. La razón quizás sea superficial, pero nunca me he sentido parte de este mundo, como si mi verdadera esencia fuera el de un personaje ficticio que no encaja en la realidad. Aún recuerdo cuando solía decirle a mi madre que yo quería ser actriz, porque no tenía dificultad para fingir y pretender ser otra persona ajena a mí… En fin, eso es lo de menos. Pasan los años y no he podido borrar ese deseo. No descubro  motivo alguno que me inspire a querer vivir y amar la vida. Me dicen que soy muy joven, que me falta un largo camino que recorrer; sin embargo, cómo explicar que no me interesa seguir respirando en un Mundo que ni siquiera sé cómo funciona, que se rige a base de principios y normas que no comprendo, y que la mayoría de la gente no sabe respetar. Tal vez el suicidio no sea el más fácil de los recursos, pues de las veces que lo he planeado despidiéndome de mis seres queridos con cartas de amor, salta a mi mente el temor: “Que si me corto las venas me dolerá, o sí de las pastillas se logra un buen resultado”. Soy tan cobarde, que de no serlo no estaría con vida para contarles lo miserable que soy.


Dentro de lo cabe mi miseria, aún no me he rendido a mi propósito de querer morir, busco alternativas y descubro que ninguna se adapta a mi temerosidad. (Me imagino que por lo escrito pensarán que exagero mi capricho llamado muerte) Sin marearles,  he de confesar que lo que comenzó como un simple juego para mí, se salió de control:


Dejé de ser la niña de 13 años que como borrego acataba las órdenes de mami, y la que procuraba satisfacer las expectativas de terceros. Mi mentalidad revolucionó, dejé de ser sumisa y me convertí  en la oveja negra de la familia, señalada de rara y “anormal”. Y ese cambio surgió en lo que la sociedad llama, “tu segunda casa”. En la escuela no fui popular, como toda chica soñé con serlo, pero mi físico no ayudaba, al contrario, su único beneficio era el de sumir por los suelos a mi falta de autoestima. Pero ¿Esto que tiene que ver? Verán, todo tiene una lógica. Ya que no tenía los suficientes dotes estéticos para sobresalir por encima de mis compañeras, sumergí mi vida a los libros. Me entregué a ellos con desmesura y pasión, que de mala paga me volví prepotente y poco humilde para los “Descerebrados” que cada que podía me ultrajaban con motes peyorativos que resaltaban mi gordura, como con mis padres que querían mangonearme a su antojo. Empecé por el contradecir, retorciendo mis patrones de conductas aceptables, a los inaceptables por ser mal visto por la gente: Me corté el cabello, me fajé los pechos, y mi identidad sucedió a ser la de un hombre. Ahora yo era el centro de atención. No voy a mentirles que recibí más de un golpe y una putiza inolvidable por parte de mi difunto padre, pero para mí el hecho de ser diferente me hacía sentir parte de lo tiempo atrás venía buscando. Sin embargo, esa masculinidad mía solo era un escaparate, una salida, un refugio que concentraba el coraje hacia mi misma por no saber descifrar cual era mi misión en el mundo. Aun con toda mi rebeldía, la burla contra mi cuerpo persistía. Entonces “Ella” resultó tentadora para mis fines suicidas. “Total y que mi madre no se daría cuenta”, me dije con seguridad. A los 18 años sumergí mi pusilánime estado anímico en los huesudos brazos de “Ana y Mía”. Mi cuerpo de ser una bola de grasa se convirtió a un costal de huesos que causaba lastima y conmiseración. Y me fascinaba la idea de lucir enferma, desvaída, ojerosa, sin ilusiones… Contaba los días para que mi corazón se detuviera y mis órganos internos tuvieran fallas irreversibles. ¡Pero no! Tenía que caer en la ansiedad y dar giro de tuerca para regresar a mis antepasados. La rehabilitación me orilló a ser la buena hija, la niña que se descarriló del camino. Entré a la universidad, Facultad de Derecho en la carrera de Ciencias Políticas. Gracias a mi aprendizaje con los libros, mis maestros se sorprendían de la cantidad de conocimientos que poseía. Me hice de amigos, enemigos y uno que otro amor mal encaminado. Pero lo peor, me enamoré de la filosofía, materia que puso a prueba mi toma de decisiones, y me hizo cometer el craso error de cambiar de carrera: Lengua y Literatura. Tras dos años en derecho, fui aceptada en la facultad de humanidades. Es ahí cuando tras leer teorías feministas y ensayos posmodernista, surge en mi interior la necesidad de construir mi cuerpo base a las concepciones estéticas equivocas para los márgenes de salud universal. El tema de lo Andrógino plagó mi mente que, tras centrar mi interés en la ambigüedad sexual, volvió a nacer en mi el impulso de bajar de peso, pero ya no por los fines de querer morir, si no de lograr el balance de la perfección perfecta; Pellejo y huesos.


Hoy día lucho contra la gravedad de las píldoras reductivas, laxantes y las calorías de los alimentos. Lucho para no medir mis logros en los kilos que pierdo, o en las veces que vomito cada que no logro hacer ayunos Lucho para poder olvidar que...


 


Gracias por leer mi infierno.  



Comentarios

Anónimo 08/10/11, 15:21

Creo que tienes un problema de identidad o con tu cuerpo. Deja de jugar contigo y con tu cuerpo, acude a un nutricionista y practica ejercicio.  Olvídate de las píldoras y laxantes. Comiendo mal o poco sólo conseguirás engordar o verte mal. Sigue cultivándote y pronto todo cambiará.

 

Anónimo 09/12/11, 02:37



hola no se quien eres me parece muy interesante tu historia hoy pense miles de cosas contra mi pero descubri por medio de esta pagina historia que hicieron cambiar mi manera de pensar y sentir.. me gustaria poder hablar contigo y compartir mi historia que tiene muchas cosas en comun y tal vez nos podamos ayudar mi correo es flunamaria@gmail.com



 

David 19/11/22, 05:04
Hola, probablemente nunca puedas leer mi comentario pero comprendo un poco por lo que estas pasando, la verdad no siento estar bien y ya llegue al punto de quiebre, si llegas a leer este comentario mi email es marco730720@gmail.com

 

Responder



Introduce el siguiente código para demostrar que eres humano :)


Generar otro código.