El instinto por sobrevivir es mucho más fuerte que el anhelo de dejar de sufrir. Se necesita un verdadero cortocircuitos en el cerebro para que la balanza se incline hacia el otro lado.
Van estas líneas para todos aquellos que lo estamos "intentado", hay que tener cuidado, no vaya a ser que las cosas, como suelen, tomen un rumbo no deseado.