Se me llenaron los ojos de agua, del agua salada que no pude contener, emepcé a ver como todo lo que había formado con tanto empeño se iba cayendo y como los ojos de él se volvieron toscos y pálidos, como el amor se esfumó y no quedaba nada para beber, todo se acabó, no sólo el vino, también el amor, todo se acabó, todo por lo que luché y lo que quise tener.
Tan sólo soy una ciudad joven, que aún tiene chozas en vez de casas y que no tiene calles sino carreteras; él, maldito infeliz, ya es una ciudad con rascacielos y con todo bien formado, yo no entiendo qué vino a hacer con alguien como yo, soy una ciudad destruída por la pobreza del amor y ahora no le encuentro sentido a seguir aquí, quiero un terremoto que me acabe todo, que me llene de valentía para dejar de existir, porque no le encuentro sentido a pavimentar mis calles o a construir mejores casas, yo sólo quiero ser un pueblo fantasma, de esos que murieron y la gente recuerda porque alguna vez pasarán por allí.
No tengo sentimientos, o tal vez, los tengo todos y ese es mi problema, no entiendo los clichés que me lanzan para sentirme mejor, no tengo problemas, todos me ven como una ciudad en progreso, que está destinada a ser una gran ciudad; ¿y si me provoco la destrucción? ¿si hago que todo se derrumbe?.
¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH! No encuentro más sino ese sentimiento para expresar, mis fallas geológicas me colocan en un lugar geográficamente inestable, mis habitantes me pasean y no me miran ni un segundo, quiero dejar de ser ciudad y pasar a ser historia, ya.
¿Morir? ¿Es lo mejor? Yo creería que si.
Si existe un infierno, estoy segura, que es esta ciudad.