Hay veces que las lágrimas empañan tus ojos y te preguntas por qué jodidamente sigues ahí. Sentada en tu cama. Una bufanda (a falta de soga), un rastrillo (las navajas, niña, las navajas), un machete (En caso de emergencias. Para trabar la puerta), una ventana (Pero es un segundo piso, es inútil), el puente que queda a unas cuantas cuadras (pero hay policías. Excepto de noche), coca (se donde puedo conseguir), aguja (creo que quedan dos)...

Todas las mañanas levantarme sin ánimos, con la vista al techo, tan sólo para ir a clases. Es como prepararme para una carrera que no lleve a ningún lado. Llegar y ver todas esas caras y sitios gastados, de siempre. Encerrarme ahí seis malditas horas y volver a mi casa con la frase "mañana será otro día..." (tal vez más miserable). Por fin estar en mi recámara. No me interesa si la comida está lista. No tengo hambre. Así que prefiero dormir. Entonces llega esa voz molesta y ese rostro infantil y odioso que me alienta a darme un escopetazo. Mi molesto hermano menor. Un marica que se esconde bajo las faldas de mi madre. Como una caja sorpresa de McDonalds que lleva adentro miles de serpientes. Siempre molestando, incomodando y golpeándome. Me empieza a joder hasta que suelta el primer golpe. Eso me enfada y le doy un empujón y comienza a lloriquear. Esa voz vieja y molesta que es mi madre empieza a gritar como guacamaya en apogeo y él sigue llorando, que yo le había golpeado como salvaje. Y claro, mi madre acusándose siempre de que soy una perra porque siempre ando ladrando (se enoja porque no quiero doblegarme en su ignorancia? O porque estoy aborreciéndola?) que soy una puta (claro, no puedo decirle que debo esconder mi homosexual orientación por su pendeja intolerancia sin excusas) que Dios...(Ahí a joder. Dios es un concepto que el hombre se ha llevado al bolsillo, y que le sirve para cuantificar su dolor y engañarse confiados a que ese ser supremo va a resolver sus problemas. Vaya)
Es decir, si me defiendo o acuso estoy "ladrando" según ella. Si le devuelvo el golpe estoy violentanto al puto niño. Si vieran en asco que me da tomar del mismo vaso donde ustedes toman a veces. Que odio que me abracen, que me hablen (ojalá y quedasen mudos) y empezar con sus mariconadas de ustedes dos. Los odio. Los pisaré con mi olvido, tanto así que me voy a largar de casa y no volverán a saber de mi. Y si llego a tener al menos un hijo he de mentirle diciendo que soy huérfana o a ver que se me pilla. Ya no estoy dispuesta.

Solo iré como cada madrugada a asomarme al puente, pero esta vez no será para ver las luces de la ciudad