Me ahogo en mi desgracia. Mi desdén hacia la vida no hace más que esclavizarme y atarme a lo que parece, un ciclo de ímpetu errante, al rencor y condena propia de una existencia indiferente.

No recuerdo si he sido diferente a lo que soy ahora. Todas las consecuencias de mis decisiones,errores propios y colaterales,los llantos reprimidos, la ira contenida, los gritos ahogados y las falsas sonrisas o muestras de afecto han sido parte de mí desde siempre, en conformidad a la persona retorcida que nunca se encontró así misma en compañía de otros.

Inevitablemente tropiezo, solo soy el producto de la frustración de mi ser. Siento odio, envidia y celos de lo que alguna vez fui o creía ser. De esa imagen que proyecte pero de la que nunca forme parte, aquella a la que irónicamente también repudio. Mi naturaleza auto destructiva frente a la efímera persona que se presenta ante la vida diaria.

El yo del exterior, se adapta a las circunstancias con exagerado sentido de supervivencia, no confía y poco se defiende; soy la que afuera no se intimida y confía en sí misma, pero que cada vez que regresa a casa no reconoce su propio hogar y se vuelve insegura. Sin embargo mi yo del interior, busca la redención en el pensamiento, en la libertad más allá de los estándares sociales, es la que regula mi odio y controversia. La que se enfrenta a mis dos naturalezas, la que vive ocultándose en una faceta de plena integridad y la que desea desterrar y destruir a sus semejantes.

Amo a mi familia pero también amenazo con ser su enemiga. Mi mente se resquebraja entre los buenos recuerdos y las desagradables vivencias. Al final, después de aturdirme termino en un punto medio, la confusión de las palabras y el olvido inevitable hacen que acepte,a falta de mayor reflexión, que la vida es simplemente así, que el pasado no debe determinarme y que las decisiones son las que guían y me reconstruyen a cada paso.

Esa respuesta que antes me satisfacía, se volvió vacía. He descubierto su superficialidad y engaño. ¡Vaya también soy una mentira!. Logro ser mi propia especialista de auto-ayuda y la embustera más convincente que he conocido.

Mis motivaciones nunca fueron mías, perseguí a un conejo blanco inexistente, a una infantil venganza del aniquilamiento de mis oportunidades en la vida. Esa fortaleza que me enorgullecía, la soberbia que me caracterizaba y esa violencia disfrazada con guante blanco ante todas las provocaciones no fueron los medios para
mi auto-realización, no tuve un modo de vida diferente. Anhele una revancha contra la vida, justicia contra quiénes me hicieron daño y razones por las cuales vivir . El odio gobernó mi vida y me consumió.

Jamás he compartido mis pensamientos, nunca he hablado tanto de mi misma (en línea o en el exterior) como ahora. Mis interacciones sociales solo buscan beneficios inmediatos (particularmente escolares, ocasionalmente familiares si el caso se presenta, para demostrar de nueva cuenta, una fortaleza fingida).

Considero que no tengo amigos (si alguno me considera así, lo más probable es que no sea retribuido verdaderamente) tampoco he tenido una relación que cambie mis perspectivas, jamás me deje impresionar con amor (nunca accedí a ponerme en riesgo, ni ha tratar con consecuencias que toda mi vida he procurado evitar). Si estoy sola es por que así lo decidí, evite daños, a pesar de los dolorosos inconvenientes.

Para quién haya leído todo esto, mis más sinceros agradecimientos. Me encuentro sola en la cafetería de mi Facultad. Huyendo de los posibles arrebatos sociales de quienes me conocen, para evitar las ya monótonas preguntas sobre mi cambio de actitud o repentina ausencia.

Todo lo dicho aquí, solo refleja mi oposición a aceptarme tal y como soy. Un ser que se esfuerza por parecer humano, que tiene miedo de sí mismo. Alguien que busca controlarse, luchar contra la soledad y sus más bajos instintos. Que cree que puede tener otro sentido en la vida.

"Soy el envase inconforme del contenido equivocado".