Tengo 17 años, y lo primero que quiero deciros es que mi historia no es la de una vida rota. Mis padres no son ricos, pero vivimos bien. Siempre me han dado todo su amor y cariño, y me lo siguen dando. Tengo un hermano maravilloso al que adoro y al que no puedo querer ya más porque es físicamente imposible. Además, tengo buenos amigos y me va muy bien el instituto.
Os preguntaréis, entonces, porque estoy escribiendo. Sinceramente, creo que ni yo misma lo sé. Desde que entré en el instituto me embarga una sensación de vacío que me ha acompañado desde entonces. Fue en ese momento cuando empecé a autolesionarme. A pesar de tener, en principio, una buena vida, nunca logro llenar ese vacío.
Hay días que, gracias a la rutina, consigo no caer en este tipo de sentimientos. Pero en otras ocasiones simplemente me detengo y me pregunto por qué sigo viviendo. No encuentro ni nada ni nadie que me apasione, no tengo alegría por vivir, no tengo fuerzas ni para proponerme metas...solo quiero estar durmiendo todo el día.
Pese a ser el momento de mi vida en el que estoy más rodeada de gente que me quiere, cada vez me siento más sola. Mirarme en el espejo es una tortura diaria. No me gusta mi apariencia física, la detesto, de hecho. Y tampoco me agrada mi personalidad. Odio ser tan tímida, sentirme tan falsa cuando hablo con los demás, odio ser tan perfeccionista, tan idiota...odio no poder ser feliz. Y me preocupa que, solo con 17 años, ya no tenga ganas de vivir.
El pensamiento del suicidio cada día va cobrando más fuerza, porque cada día encuentro más absurdo intentar seguir resistiendo. Cada día todo me importa un poco menos, y lo único que me frena ahora es hacerle daño a mi familia. Pero no quiero seguir viviendo, no quiero continuar siendo yo misma porque me detesto, y no soy capaz de imaginarme una vida entera junto a la persona que más odio en el mundo.