Siempre desee ser como los demás, ese deseo fue el que me llevo a quererme suicidar. Sin embargo, una vez empecé a aceptar quien era mis intensiones suicidas fueron desaparenciendo.
Si bien ya no me quiero matar eso no significa mucho; no voy a acabar con mi vida pero tampoco tengo muchos deseos de vivirla, siento que he decepcionado a todo, en especial a mi misma, y no sé que hacer para continuar.
El día a día resulta cansado, me siento estancada, nadie siente el menor pudor que le evite señalar el bicho raro que soy; quisiera tener a alguien con quien hablar, que no me juzgara, que viera más allá de mis problemas; ya sé que nunca seré como los demás pero la falta de afecto se esta llevando mi alma...